La infancia de Miyo parecía perfecta, pero el día en que su madre murió, comenzó a cambiar lentamente.
Su padre, cabeza de una familia noble, no dudó en protegerla. Al menos hasta que decidió casarse nuevamente. Poco tiempo después, nació Kaya y comenzaron las comparaciones.
Un día, las dos niñas fueron llamadas por su padre, quien les ordenó entrar en un recinto obscuro, iluminado por numerosas velas.
Sin muchas explicaciones, le dijo a las niñas que su familia tiene un don muy especial, y que si podían ver lo que estaba a punto de liberar comprobarían tenerlo.
Kaya se sorprendió de inmediato, al grado de asustarse al ver una criatura acercarse a ella. Pero Miyo solo pudo ver como su hermana menor se aterrorizaba.
A partir de ese momento, Miyo dejó de ser tomada en cuenta por su padre, y aprovechándose de ello, su madrastra no dudó en hacerle la vida imposible a la chica.
Kaya, creció consentida, y se convirtió en una joven arrogante y presumida.
A pesar de ser la hija de un noble, Miyo terminó siendo parte de la servidumbre de la mansión, y solo cuando su amigo de la infancia Kouji la visitaba se le veía sonreir genuinamente.
Al crecer, Kouji comprendía lo que vivía Miyo, y de alguna manera deseaba ayudarla. Al contárselo a su padre, este intentó acercarse al padre de Miyo para que le cediera la mano de su hija para que Kouji se casara con él.
Pero viendo por el futuro de su familia, el padre decide que Kaya sea la prometida de Kouji. Al momento de informárselo a Miyo, su padre le informa que ella también contraerá nupcias, por lo que le ordena dejar la casa al amanecer para irse a vivir de inmediato con su prometido.
Desprimida, Miyo comprende que ha sido abandonada por su padre, y que si no quiere terminar en la calle deberá esforzarse por serle útil a Kiyoka, un temible soldado y líder de la noble familia Kudou.
El primer encuentro es aterrador, Kiyoka tiene fama de haber rechazado a muchas doncellas ateriormente, a quienes acusaba de querelo solo por su estatus y riqueza.
Miyo se esfuerza por servirle a Kiyoka, y al día siguiente le prepara el desayuno, solo para ser acusada de querer envenenarlo.
Afortunadamente, Yurie, una sirviente que ha criado a Kiyoka desde la infancia, le ofrece su apoyo, y al mismo tiempo le pide a Kiyoka que sea más comprensivo.
Finalmente, el propio Kiyoka le pide a Miyo que le prepare sus alimentos, al tiempo que se pregunta porqué la hija de un noble sabe atenderlo como lo hace, y porque sus manos y ropas se ven desgastadas.
(わたしの幸せな結婚)